El alma/ solsticios y equinoccios

En tiempos de equinoccios y solsticios, el alma vuelve de una galaxia que el cuerpo desconoce. A recordarnos la profunda huella que deja a su paso.

Huellas donde el cuerpo la cobija, cuida, protege y hasta le pide en su lenguaje terrenal y corpóreo, que se quede un poco más.

El cuerpo tiene memoria de dolor y sufrimiento. Y el alma sólo tiene registros de Amor, Plenitud, Alegría .

Un encuentro entre ambos, donde luego de un tiempo, vuelven  a encontrarse porque el cuerpo la necesita, la llama , la espera.

La necesita porque sin su soplo el cuerpo decae, se vuelve sombrío en su andar, cual brújula descompuesta e inservible.

Galaxias que sólo el alma sabe dónde permanecer, infranqueables para coordenadas a las que el cuerpo se desacostumbra, en muchos casos reconocer. Cuando se deja llevar por egoísmos, ambiciones incontrolables, desgastes inútiles detrás de ilusiones que la materia obnubila.

Aquí estamos, nuevamente
Unidos con una fuerza que no es corpórea
El alma sabe de fortalezas que el cuerpo desconoce

Es el soplo que empuja al cuerpo cada vez que quiere decaer
Cuando el cuerpo desfallece, miedoso de las herramientas que posee
El alma le habla al oído haciéndole recordar las llaves que necesitan activarse, una vez más


Analía del Valle Jalil